Por esa crisis ante su padre, escribirá una pequeña exposición sobre el sacerdocio que influirá en el conocido “Tratado del sacerdocio” de San Crisóstomo.
Este caso, como el de San Gregorio, fue muy corriente en el siglo IV. Hablamos de grandes personalidades que renunciaron a todo para seguir a Jesucristo en la soledad monástica, y que son llamados para asumir una gran responsabilidad en el mundo eclesiástico, debido a la excelencia de sus dotes y a su formación.
Pero habrá más.
Hay que hacer frente a una marea herética que, de un modo u otro, negaban la divinidad consustancial del Hijo con el Padre, esto, es los arrianos. Pero surgirá una corriente de ‘neo-arrianos’, seguidores de Eunomio, que consiguieron atraer a algunos obispos, como, por ejemplo, el obispo de Constantinopla, Demófico.
Como reacción a estos, los ‘apolinaristas’ reducían la naturaleza humana de Jesucristo a la mera corporalidad, pues su alma humana desaparece al ser asumida por el Verbo. Y no es así, pues nunca pierde el alma humana Jesucristo.
A mayores, están los ‘macedonios’ que atacan la divinidad del Espíritu Santo (pneumatómacos), y lo reducen a una criatura, a un mero instrumento de Dios.
SEGUIREMOS…