Nació entre 335 y 340.
Consideró a su hermano San Basilio su padre y maestro.
San Gregorio, sin haber estado en esos ambientes tan selectos como su hermano, de Atenas y del mediterráneo oriental, llegó a tener una gran formación filosófica y retórica, al tiempo que se convirtió en un perspicaz observador y conocedor de la sociedad.
No expresó una vocación monástica, al contrario que sus hermanos. Vivió su carrera en el mundo.
Se insinúa que llegó a casarse.
Con todo, fue de los grandes obispos de Capadocia.
Obispo de vida probada, de cultura y preparación intelectual contundente, de generosa entrega pastoral y de lealtad contratada a la tradición apostólica.
Fiel a la ortodoxia nicena respecto al Misterio trinitario.
Eso sí, le faltó pericia y astucia para desenvolverse en los vericuetos de la política mundana y eclesiástica. Al menos, en sus primeros y peligros años de obispo de Nisa.