CONTINUAMOS…
San Clemente, al intentar corregir a los corintos, les recuerda que han desobedecido a sus pastores legítimos, sucesores auténticos de los Apóstoles y por tanto enviados por Dios mismo.
Con esto, hemos constatado como la Iglesia, ya en el siglo I, tenía claro que los ministerios jerárquicos están enraizados en el querer de Dios, en Jesucristo.
Ninguna facción de la comunidad puede atribuirse un cargo que no les corresponde.
Así, San Clemente, diciéndoles dónde se halla la autoridad de la Iglesia, y de la Jerarquía, les pide que se arrepientan y abandonen la comunidad para que vuelva la armonía. Sabiendo que es un paso doloroso, les aconseja que se apoyen en la caridad de Cristo.
Para terminar la Carta, les ofrece a los corintios su bendición paterna, en forma de una extensa y preciosa oración. Con esta oración, nos hacemos cargo cómo eran las oraciones litúrgicas de la Iglesia de Roma en el siglo I, y con qué palabras presidían las oraciones de la comunidad los primeros sucesores de San Pedro. Un tesoro para orar y disfrutar.
Hasta aquí, San Clemente Romano.
El próximo día estaremos en Asia Menor. Empezaremos a conocer la tradición cristiana de Asia, la primera gran cultura cristiana, que se hallaba en la actual Turquía.