A partir de los próximos días conoceremos al primer autor de la Patrística dentro del primer grupo de la misma que, como ya hemos visto, concierne a los denominados PADRES APOSTÓLICOS, entre los que se incluye la obra anónima anteriormente expuesta. Hoy, el primer autor, el tercer sucesor de San Pedro.
Gozó de gran prestigio en la Iglesia de su tiempo, y en la posterior. Gracias a su obra conocemos cómo se entendía la Iglesia ya en el mismísimo siglo I de nuestra era.
No hay muchos datos de su vida.
Sí se sabe que fue alguien casi legendario entre las comunidades cristianas de los siglos I y II.
Se creyó que provenía de las grandes familias de administración del Imperio.
Sobre su obra, sólo se conoce el título de un escrito: “La Carta a los cristianos de Corinto”, redactada entre los años 95 y 98. Fijémonos en las fechas, pues podría coincidir con la redacción final de algún libro contenido en el Canon del Nuevo Testamento.
Su nombre aparece atestiguado en la muy antigua lista de sucesores de San Pedro que nos legó San Irineo de Lyon a mediados del siglo II: Pedro, Lino, Cleto, Clemente…
La Carta que escribió a los Corintos nos muestra la conciencia que San Clemente tenía del Primado que ostenta el sucesor de Pedro en la Iglesia universal. En esa Carta se ve la preocupación y responsabilidad que siente, como obispo de Roma, por toda la Iglesia, demostrado por ese interés hacia comunidades tan alejadas como la Corinto. Y ese interés le viene por su Primado.
Se va perfilando la ESTRUCTURA FUNDAMENTAL EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA IGLESIA.
Se le atribuyeron unos escritos, un tanto legendarios, conocidos como las “Pseudo-clementinas” pero no hay nada seguro al respecto.
Veremos en los próximos días algo al respecto de la única obra que sí conocemos con seguridad, y que viene siendo la primera obra conocida de un autor fuera del Nuevo Testamento.