Seguimos con la Iglesia de Roma, pero ahora nos centraremos en este Padre de la Iglesia. Su figura destacó en medio de una comunidad organizada en la liturgia, en la caridad, en su dinamismo.
Su vida se desarrolla entre los siglos II y III.
Ha sido un teólogo centrado en combatir las herejías. Pero poco se puede afirmar con demasiada seguridad.
Se le ha considerado excelso predicador e intérprete de la Sagrada Escritura; prolífico escritor; obispo oriundo de Asia; enfrentado al Papa de Roma en ocasiones. Personaje de identidad no siempre clara. Hasta se le ha considerado legionario mártir.
Sí se sabe que fue un cristiano de procedencia asiática, por tanto educado en la traidición cultural y teológica que hemos visto cultivada de forma eminente en San Justino y San Irineo.
A finales del siglo II, hechó raíces en Roma, igual que había hecho el susodicho Justino. Se integraría en una comunidad de perfil netamente asiático, en una Urbe que acogía tanta diversidad dentro del cristianismo.
SEGUIREMOS…