Finalmente, esta visión de la historia (teología de la Historia) gracias a la obra salvadora de Cristo y de la verdadera plentiud de la persona humana (unidad de materia y espíritu), tendrá su correspondencia en la meta que culminará todo este proceso.
Partiendo de las enseñanzas de los Padres anteriores a él, San Ireneo dirá que la historia culminará en el Milenio profetizado por San Juan en el Apocalipsis. Un Reino de mil años en donde los justos disfrutarán con Jesucristo en una creación renovada y liberada de todo mal. Al término del Milenio, la Jerusalén celestial descenderá a esta Creación renovada y la humanidad entrará en la unidad y semejanza perfecta en la visión del Padre.
Esta visión suya, el ‘milenarismo’ tiene sus problemas de aceptación. En todo caso, San Ireneo supo enseñarnos que todo corresponde a una única ‘economía’ salvadora.
A partir de mañana, empezaremos a ver algo de la comunidad cristiana de Roma en sus tres primeros siglos.