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CULTO: Esta obra nos da un valioso testimonio de las celebraciones de la Eucaristía en aquel entonces.
Nos ofrece las más antiguas plegarias eucarísticas conservadas en la Iglesia. Contiene, en los capítulos 9 y 10 una amplia oración de acción de gracias y de petición, compuesta sobre el esquema de las bendiciones judías de la mesa.
Son oraciones de la PRIMERA ÉPOCA APOSTÓLICA, y que contienen importantes elementos de la primera teología cristiana, muy cercana, evidentemente, aún al judaísmo.
Emociona descubrir cómo los primerísimos cristianos, al celebrar la Eucaristía, rezaban de una manera tan similar a como nosotros lo hacemos hoy en la Santa Misa.
APOSTOLADO: en su tercer apartado, como veíamos ayer, se observa la VITALIDAD MISIONERA de las comunidades. Se nos habla de los “apóstoles-misioneros” itinerantes, que iban evangelizando de lugar en lugar y fundando pequeñas comunidades, a las que visitaban periódicamente.
Según iban madurando, estas pequeñas iglesias elegían OBISPO y CLERO propio, que las guiaban como buenos pastores y que a su vez enviaban nuevos “apóstoles-misioneros” a formar nuevas comunidades.
SEGUIREMOS…