Hoy, 22 de septiembre, la Iglesia celebra a:
- Santa EMERITA, mártir. Roma. (s. inc.).
- Santa BASILA, mártir. Roma. (304).
- San SILVANO, eremita. Levroux. (s. V).
- San FLORENCIO, presbítero. Poitiers. (s. VI).
- San LAUDO, obispo. Coutances, Galia. (549).
- Santa SALABERGA, abadesa. Laon, Neustria. San Columbano le curó la ceguera y la encauzó al servicio de Dios. (664).
- San EMERANO, obispo. Ratisbona, Baviera. (690).
- Beato OTÓN, obispo. Galia. Obispo de Freising de Baviera, muerto con el hábito monacal que nunca abandonó en todo el tiempo de su episcopado. (1158).
- San IGNACIO de SANTHIÀ BELVISOTTI, presbítero. Turín. Capuchino. Asiduo en atender a penitentes y en ayudar a enfermos. (1770).
- Beato JOSÉ MARCHANDON, presbítero y mártir. Rochefort. Encarcelado por ser sacerdote durante la Revolución Francesa. Murió de hambre y enfermo. (1794).
- San PABLO CHONG HA-SANG y AGUSTÍN YU CHIN-GIL, mártires. Seúl. Pablo coordinó la primera comunidad de cristianos durante veinte años de persecución, y el segundo escribió una carta al papa Gregorio XVI pidiéndole presbíteros para Corea. Ambos catequistas fueron decapitados a causa de la fe después de crueles torturas (1839).
- Beato CARLOS NAVARRO, presbítero y mártir. Valencia. Escolapio. Muerto por odio a Cristo. (1936).
- Beato GERMÁN GOZALVO ANDREU, presbítero y mártir. Valencia. Muerto por odio a Cristo. (1936).
- Beatos VICENTE PELUFO CORTS, presbítero, JOSEFA MOSCARDÓ MONTALVÁ, virgen; mártires. Valencia. Muertos durante la persecución religiosa. (1936).
- Beato VICENTE SICLUNA HERNÁNDEZ, presbítero y mártir. Valencia. Muertos por odio a la fe. (1936).
- Beata MARÍA de la PURIFICACIÓN VIDAL PASTOR, virgen y mártir. Valencia. Muerta por odio a la fe. (1936).
Hoy recordamos especialmente a los SANTOS MAURICIO, EXUPERIO, CÁNDIDO y COMPAÑEROS
Cuando a finales del siglo III se sublevaron algunos habitantes de las Galias, el emperador Maximiano Hercúleo marchó para sofocar la rebelión al frente de un ejército del que formaba parte la Legión Tebana, reclutada en Tebas, en Egipto, cuyos soldados eran cristianos.
Cuando llegaron al Ródano, cerca de su desembocadura en el lago Ginebra, el emperador dio órdenes de que sacrificaran a los dioses por el éxito de la misión.
Los soldados cristianos de la Legión Tebana se negaron, y se retiraron a otro lugar.
El emperador les envió repetidos mensajes para que depusieran su actitud, y, como no lo hicieron, fueron diezmados.
Cumplida la sentencia, conminaron a los restantes a obedecer al emperador, pero manifestaron que sufrirían cualquier castigo antes que traicionar su religión, y fueron nuevamente diezmados.
En estas confesiones de fe, los soldados estuvieron alentados por tres oficiales: Mauricio, Exuperio y Cándido.
El emperador se acercó al campamento y mandó al resto del ejército que descuartizaran a los más de seis mil hombres de que constaba la Legión.
Ninguno de los legionarios tebanos rehusó el martirio, produciéndose una enorme masacre.
Un soldado romano, Víctor, se negó a ejecutar la orden del emperador. Preguntado si era cristiano, respondió afirmativamente por lo que fue también ajusticiado.