(Religión en Libertad)
En los juegos y juguetes, la elección de los niños es distinta según el sexo de forma natural y así está documentado: no es un ‘rol social’ inducido, o al menos no absolutamente.
Desde hace años, en Navidad, reaparece la polémica sobre los regalos etiquetados como de género neutro. En España, el ministro de Consumo, el comunista Alberto Garzón ha establecido nada menos que 64 normas que, en palabras del propio Ministerio, «deberán respetarse en el desarrollo, ejecución y difusión de las campañas y mensajes publicitarios dirigidos a menores de 15 años», muchas de ellas pura aplicación de la ideología de género.
Como las que establecen, por ejemplo, que «se evitará la asociación exclusiva de juguetes que reproduzcan roles, por ejemplo, de cuidado, trabajo doméstico o belleza con ellas, y de acción, actividad física o tecnología con los niños» o que «no se presentarán los juguetes con la indicación expresa o tácita de que son para uno u otro sexo ni se harán asociaciones de colores (como el rosa para las niñas, y el azul, para los niños)».
Estas pretensiones son completamente anticientíficas. Un artículo del psicólogo Emiliano Lambiase en Il Timone (nº 223, diciembre de 2022) lo explica con toda claridad, y en la edición en papel el autor (cuyo currículum incluye investigación y didáctica sobre cuestiones relativas a la diferencia sexual) ofrece su e-mail para quien quiera solicitar referencias a la documentación que, por razones de espacio, no cita.
Muñecas rosas y camioncitos azules: regalos que no hay que demonizar
Falta poco para la Navidad y muchos de nosotros vamos a tener que elegir los juguetes para los niños. En los últimos años se ha argumentado con fuerza que las diferencias de género en la elección de los juguetes se deben a la socialización y a la presión social y educativa, cuya finalidad es la de perpetuar los estereotipos de género imponiéndolos a los niños, que no saben que tienen la posibilidad de elegir, limitando así su capacidad para desarrollar su potencial emocional, cognitivo y social.
Esta visión, aunque contiene algunas verdades y buenas intenciones, parte de un supuesto erróneo. De hecho, la investigación científica de los últimos diez años ha demostrado de varias maneras que existen diferencias, confirmando este hecho con métodos de investigación o análisis estadísticos cada vez más sofisticados.
Estudios realizados en diversos países y culturas documentan que las niñas, más que los niños, tienden a interesarse por los juegos con muñecas y accesorios para muñecas, los juegos de fantasía y que implican relaciones, roles relacionados con la casa y románticos, manualidades, juguetes de cocina, moda y maquillaje. Por otra parte, los niños, más que las niñas, se interesan y se entretienen con juguetes de transporte, electrónica, construcciones, deportes, armas, juegos de fantasía con superhéroes, peligro y agresividad, y con los videojuegos. Las niñas se entretienen con juegos de tipo verbal y estimulantes, mientras que los niños juegan de forma más activa y física. Además, tanto los niños como las niñas suelen preferir jugar con compañeros de su mismo sexo.
Diferencias que perduran
Estas preferencias, que han sido constatadas cualitativamente en los estudios de los últimos cien años, cuantitativamente no han mostrado un descenso teniendo en cuenta los estudios estadísticamente más rigurosos realizados en los últimos cincuenta años. También se ha observado que estas preferencias están asociadas a los intereses y las futuras elecciones profesionales.
En diferentes investigaciones, en este caso realizadas en varias culturas y a lo largo de más de cien años, los hombres parecen inclinarse más hacia profesiones que giran en torno a la categoría denominada «cosas», mientras que las mujeres se inclinan más por la de «personas».
Además, se ha confirmado que unas fuertes habilidades visuales espaciales son importantes para tener éxito en algunos trabajos típicamente masculinos, como los de los campos STEM (acrónimo de Science, Technology, Engineering and Mathematics, que se refiere a las disciplinas científico-tecnológicas), y que la empatía y las habilidades sociales se han asociado con ocupaciones asistenciales, más típicas de las mujeres.
Curiosamente, esta diferencia de género también se observó en los campos de estudio y trabajo STEM, ya que las mujeres que los habían elegido tendían a preferir profesiones con más contacto humano. Sin embargo, la investigación también ha demostrado que estas habilidades cognitivas y sociales pueden mejorarse con el entrenamiento.
Influencias hormonales
Así como parece ser cierto que diferentes juegos entrenan diferentes capacidades -que a su vez luego favorecen las preferencias, las habilidades y las elecciones profesionales-, también es verdad que es probable que la elección de los juegos dependa de una predisposición diferente hacia determinadas capacidades, que luego llevan a elegir juegos que las reflejan y entrenan.
Hay investigaciones que demuestran que estas diferencias preexistentes en las habilidades pueden depender de la exposición a hormonas que estimulan determinadas zonas del cerebro en periodos críticos del desarrollo: en la vida intrauterina y, después, en los primeros meses de vida. La influencia de las hormonas (especialmente de los andrógenos) ha sido estudiada con éxito en una serie de circunstancias que se producen espontáneamente. Se han estudiado especialmente los denominados trastornos del desarrollo sexual -la hiperplasia suprarrenal congénita (HSC) en particular- y se ha confirmado una correlación entre la influencia de las hormonas y las diferencias de género en la elección de juegos y compañeros de juego.
Hipótesis evolutivas
Es por tanto posible plantear la hipótesis de que las hormonas influyen en el desarrollo de determinadas características y capacidades básicas, que luego se manifiestan, entre otras cosas, en la elección de los juegos, la forma de utilizarlos y de compartirlos con los compañeros de juego, entrenando las habilidades y preferencias que luego se concretarán en inclinaciones y elecciones profesionales.
También se ha planteado la hipótesis de la influencia biológica al estudiar otras especies animales no humanas, encontrándose de nuevo diferencias similares, no solo en la elección de los juguetes, sino también en la forma de utilizar el mismo objeto. Según las hipótesis evolutivas, el desarrollo de capacidades tan diferentes para hombres y mujeres es el resultado de una especialización diferenciada, impulsada por necesidades evolutivas, en un circuito reverberante de influencias hormonales, necesidades especiales como en el embarazo y la lactancia, y de especialización debida al entrenamiento, que luego también da lugar a sociedades y culturas que las refuerzan y promueven.
El riesgo de la imposición
Dicho esto, para concluir, me parece importante llamar la atención sobre algunos puntos fundamentales en este debate. Las personas que expresan su opinión, ¿han leído la investigación científica y tienen conocimientos suficientes -especialmente de estadística- para entenderla? Y de nuevo: ¿cuál es el límite entre imponer y ejercer violencia sobre los niños (obligándoles a jugar con compañeros y juguetes que preferirían evitar), y darles, en cambio, la oportunidad de experimentar y entrenar actividades y formas de relacionarse que amplíen sus habilidades y su capacidad de relación (pero siempre respetando su forma de ser y su confianza en su propia capacidad de elegir)? Por último: ¿cuál es el objetivo final que hay que alcanzar? ¿Entrenar la libertad y la creatividad de nuestros hijos o hacer que jueguen con lo que nosotros decidimos, para demostrar la verdad de nuestras ideas?