En este día más eminentemente cuaresmal que el resto, y que lo tienen que ser asimismo para salir de esa medianía espiritual y ascética en la que estamos, nos encontramos con un pasaje de un libro sapiencial, el Libro de la Sabiduría, que siempre están caracterizados por un estilo poético y una finalidad sapiencial y didáctica. El Libro que nos ocupa es el más cercano a la Encarnación, pues fue escrito, posiblemente, en el siglo I antes de Cristo.
Este texto podría hacernos pensar que lo hubiese expresado un profeta. No es así.
Buena parte de la literatura sapiencial intenta transmitirnos lo acertado que es llevar una vida “sabia” según las enseñanzas de los Sabios de Israel. Una vida “sabia” sería una vida “justa”.
Hoy nos topamos con la reacción adversa que provoca en los denominados impíos las vidas “justas”. Está perfectamente expuesto. La rabia, la mezquindad, la pobreza intelectual, el odio, la envidia, la estupidez, la hipocresía religiosa, la maldad, la torpeza moral, la mediocridad vital, el analfabetismo emocional, etc. se confabulan para eliminar a aquél que los deja en evidencia. Que les dice como son, sin decírselo de palabra, sino con su presencia regia.
Repasemos algunas expresiones que seguro podemos reconocer por escucharlas en los ámbitos a los que pertenecemos o en los que nos movemos: “nos resulta fastidioso”, “nos reprende contra la educación recibida”, “presume de conocer a Dios”, “su sola presencia nos resulta insoportable”, “va por caminos diferentes”, “nos esquiva”, etc., son expresiones que nos pueden resultar particularmente familiares. Es el veredicto de los idiotas que nos rodean y que se sienten amonestados por la sola presencia del que se ha tomado la vida en serio siguiendo los criterios de la fe y de la moral. Si te ocurre esto, NO AFLOJES. ¡QUÉ SE FASTIDIEN! ¿No ves que arriesgas tu santidad por medio-complacer a unos ineptos que ni hacen ni dejan hacer y que se han propuesto anular la ilusión de los que aman a Dios y quieren entregar su vida para servirle? ¡Qué pena!
Has de saber que te pondrán a prueba tal como recoge el texto sagrado con profunda psicología y, posiblemente, experiencial personal de haber sido sometido al maltrato de los idiotas sociales, para dejarte quedar mal y poder decir a todos que el verdadero hipócrita es el santo, el virtuoso, el que lucha por agradar a Dios a pesar de sus seguras miserias.
Si te ocurre esto, es que vas por los caminos de Dios. Y esto, además, es lo que le han hecho al Hijo de Dios, cuya presencia no soportaron los corrompidos. Y a los santos, y a los mártires. A la Virgen, a San José.
Recordemos el Evangelio. Jesús sube a escondidas a celebrar la Fiesta de las Tiendas. Lo buscan para matarlo. La gente se asombra porque habla “abiertamente”. Jesús vuelve a vincularse con el Padre. Y por estas palabras divinas intentan “agarrarlo”. Pero aún no había llegado la “hora”.
Hablar “abiertamente” es hablar “sinceramente”. Pero trae consecuencias. Intentan callarnos.
En esta Cuaresma tenemos mucho que meditar sobre nuestra presencia en el mundo. El trato que nos va a dar, si queremos transitar por los caminos de la virtud, va a ser deplorable e hiriente.
En esta Cuaresma tenemos que pedir el don de hablar con “parresía”, con fuerza, con convicción, con vigor. El trato que nos van a dar será la confabulación para idear mentiras que nos difamen ante ese “mundo”.