La Eucaristía y la Cruz
MANUAL, pág. XXXI
Memorial de la pasión y de la resurrección del Señor. Así denomina el Catecismo en el n.1330 a la Eucaristía, “Santo Sacrificio, porque actualiza el único sacrifico de Cristo Salvador e incluye la ofrenda de la Iglesia”.
El Magisterio y los santos enseñan a vivir la íntima unión entre la Cruz y la Eucaristía, gracias a esta inseparabilidad, podemos recibir a través del sacramento los frutos de la Redención, y crecer en amor al Corazón de Jesús.
El abajamiento de Cristo haciéndose esclavo hasta la muerte de cruz, Flp 2,6ss, va unido al ocultamiento que vive en el Sacramento, con la diferencia que ahora es en todos los sagrarios del mundo; camino de abajamiento y humildad para entregarnos los frutos de la redención y ser portadores de la misma, a todas las personas.
Humildad oculta, que adoramos, celebramos y recibimos y va transformando nuestra vida, “me has formado un cuerpo para hacer tu voluntad (Heb). En nuestra “senda” no podemos separar la cruz de la eucaristía, en ellas se nos da luz y la gracia para conocer el plan de Dios en nuestra vida, que pasan por caminos de humildad. Andar en verdad es andar en humildad, decía santa Teresa de Jesús.
La contemplación de ambos misterios, que hemos conocido por la revelación, están unidos en la adquisición de los premios de la redención, Te adoramos Cristo y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo, rezamos en el Vía Crucis; de igual modo, al acercarnos al sacramentado debemos expresar los mismos sentimientos de Jesús en su entrega por todos, ya que es por el Sacrificio Eucarístico que se actualiza la redención del mundo.
Ante el misterio del pecado del hombre, la respuesta de Jesús a Nicodemo, “Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna”; en la oración colecta del lunes de la cuarta semana de cuaresma, decimos: “Oh Dios, que renuevas el mundo por medio de sacramentos divinos…”; la difusión de la cruz redentora en la celebración eucarística ha hecho que “nuestra manera de pensar armonice con la Eucaristía, y a su vez la Eucaristía confirme nuestra manera de pensar”(San Ireneo), anticipando la vida eterna del cielo, en la que Dios será todo en todos.
El Venerable Luis de Trelles nos ilumina esta acción: “La Providencia Eucarística desde la custodia aboga y defiende a sus hermanos en la carne, los pecadores, de la fatal sentencia que merecimos tantas veces. ¡Ay de nosotros sin esta poderosa intercesión! Jesús es un Monarca que desde la Eucaristía ejerce sobre las almas redimidas su dulce imperio con una sola excepción: la del castigo. Su cetro suave no representa en la Hostia al Dios justiciero, sino al Dios misericordioso. (La Lámpara del Santuario, T 8, 1877 – pg. 173).
A la fiesta de la exaltación de la Santa cruz, unimos la de Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores; la liturgia de la misma fiesta nos enseña la íntima unión con su Hijo en la redención, compartiendo los mismos dolores, la invocamos como Corredentora; ella que ha dado la carne y la sangre al Hijo de Dios y que recibimos en la Eucaristía. Acompañándola y dejándonos acompañar por Ella, aprenderemos su función oblativa con su Hijo tanto en la crucifixión como en el sacrificio eucarístico.
Al engendrarnos como hijos al píe de la cruz, recibiendo la herencia y mandato de su Hijo, no deja de buscar e interceder para que a todos nos llegue por el sacramento los frutos de la redención, creciendo en piedad, haciendo la unidad, estrechando lazos de amor y garantizándonos la prenda de la vida eterna.
Acerquémonos de la mano de la Virgen a la santa Misa y a nuestras horas de adoración y con Ella, partícipe privilegiada, nos dará a conocer y contemplar el amor del Corazón eucarístico de su Hijo, traspasado en la cruz.
PREGUNTAS
¿Medito la relación de la cruz con el sacramento?
¿Vivo con agradecimiento el fruto de la redención?
¿Soy consciente de que la venida del Reino pasa por la Eucaristía?
¿Le pido a la Virgen que me acompañe en mis cruces y en la santa Misa?