- San ABRAHAM, patriarca y padre de los creyentes.
- Santos DIODORO, DIOMEDES y DÍDIMO, mártires. Laodicea. (s. inc.).
- Santos DIONISIO, obispo, y COMPAÑEROS; mártires. Dionisio fue enviado por el papa a la Galia. Fue el primer obispo de París. Allí, junto con el presbítero Rústico y el diácono Eleuterio, fue martirizado. (s. III).
- San DOMINO, mártir. Parma. (s. IV).
- Santa PUBLIA, monja. Antioquía de Siria. Al morir su marido, entró en un monasterio. Mientras cantaba en el coro, el emperador Juliano, el Apóstata, la hizo abofetear y reprender con dureza. (s. IV).
- San SABINO, eremita. Bigorre. (s. V).
- San DOMNINO, eremita. Umbría. (610).
- San GISLENO, monje. Hainaut, Austrasia. Vivió como un monje en una celda que él mismo había construido para sí. (s. VII).
- San DEUSDEDIT, abad. Montecasino. Fue encarcelado por Sicardo, y consumido por el hambre y las privaciones. (834).
- San GUNTERO, eremita. Bohemia. Abandonando los bienes de la tierra, abrazó la vida monástica, y luego se retiró a la soledad de los bosques entre Baviera y Bohemia, donde vivió y murió desligado de todo, pero al mismo tiempo unido a Dios y a todos los hombres. (1045).
- San BERNARDO de RODEZ, abad. Montsalvy, Francia. Al frente del cenobio de los canónigos regulares de Montsalvy. (1110).
- San LUIS BELTRÁN, presbítero. Valencia. Dominico. En América del Sur predicó el evangelio y defendió a los pueblos indígenas. (1581).
- San JUAN LEONARDI, presbítero. Toscana. Era farmacéutico. Para llegar a ser sacerdote, y con el fin de enseñar a los niños la doctrina de Cristo, restaurar la vida apostólica del clero y propagar la fe, instituyó la Orden de Clérigos Regulares, más tarde llamados de la Madre de Dios, lo que le llevó a sufrir muchas contradicciones. También inició el Colegio de Propaganda Fide, en el que fallecería agotado de tantos trabajos. (1609).
Hoy destacamos a los SANTOS INOCENCIO de la INMACULADA CANOURA ARNADU Y OCHO COMPAÑEROS
Estos nueve santos, que dieron su vida en Turón, Asturias, en 1934, son de los primeros mártires del siglo XX en España, durante la persecución religiosa abiertamente desencadenada con la proclamación de la II República en 1931.
En Turón, un pequeño pueblo minero junto a la cuenca del río Aller, los hermanos de las Escuelas Cristianas (La Salle) tenían un colegio gratuito, como los otros que habían fundado en la zona, en los que acogían sobre todo a los hijos de los mineros.
Esta escuela estaba atendida por una comunidad de ocho hermanos. Siete se ocupaban de las clases y uno les ayudaba como cocinero.
Cuando estalló la revolución de Asturias en 1934, el comité de Turón comenzó su labor a media noche del día 4. Al día siguiente, los Hermanos estaban en oración antes de las clases. Había otro, el Padre Inocencio, pasionista, que había acudido a confesar niños el día anterior.
Avisados de que corrían peligro, se dispusieron a celebrar dignamente la Santa Misa. Al concluir, llegaron los revolucionarios y los detuvieron. Les interrogaron y les llevaron a la cárcel, donde estuvieron cuatro días.
Tal día como hoy, en la madrugada, llegaron los guardias y los hicieron levantarse y caminar hacia el cementerio. Llegados allí fueron fusilados.