- San PROSDÓCIMO, obispo. Padua. Primer obispo de este lugar. (100).
- San ATENODORO, obispo. Ponto. Hermano de San Gregorio Taumaturgo. Pese a su juventud se le consideró digno del episcopado. (304).
- San AMARANTO, mártir. Albi. (s. IV).
- San HIERÓN y COMPAÑEROS, mártires. Melitene, Armenia. (300).
- San HERCULANO, obispo y mártir. Perugia. Por orden de Totila, rey de los godos, fue decapitado. (594).
- San BALDO, obispo. Tours. Distribuyó en limosnas para los pobres el dinero que le había dejado su predecesor. (552).
- San CUNGARO, abad. Congrebury. Bretón de origen. (s. VI).
- San FLORENCIO, obispo. Estrasburgo. Sucesor de San Arbogasto. (693).
- San WILIBORDO, obispo. Echternach, Austrasia. Inglés de nacimiento. Lo ordenó el papa San Sergio I. Predicó el Evangelio en Frisia y en Dinamarca. Fundó sedes episcopales y monasterios hasta que falleció en uno de los monasterios que él levantó agobiado de trabajo y gastado por la edad. (739).
- San LÁZARO, estilita. Éfeso. Vivió muchos años sobre una columna. Cargado de hierros y cadenas, y contento, con solo pan y agua. Con esa vida tan austera atrajo a muchos fieles. (1054).
- Beato ANTONIO BALDINUCCI, presbítero. Lacio. Jesuita. Totalmente dedicado a la predicación de misiones populares. (1717).
- Santos JACINTO MARÍA CASTAÑEDA y VICENTE LÊ QUANG LIÊM, presbíteros y mártires. Tonkín. Dominicos. Muertos en tiempo del rey Tring Sâm. (1773).
- San PEDRO WU GUOSHENG, catequista y mártir. Guizhou, China. Estrangulado por fidelidad a Cristo. (1814).
- Beato VICENTE GROSSI, presbítero. Cremona. Dedicado al ministerio parroquial, fundó la Congregación de Hijas del Oratorio. (1917).
Hoy recordamos especialmente a SAN ENGELBERTO
Uno de los abusos que más se extendieron durante la Edad Media, era la concesión de uno o varios beneficios eclesiásticos a los jóvenes y aún niños. San Engelberto fue un ejemplo de ellos, cuyo padre era el poderoso Conde de Berg. Cuando estudiaba todavía en la escuela de la catedral de Colonia, era ya prebendado de Santa María de Aquisgrán, de San Jorge, de San Severino y de la catedral de Colonia.
En 1217 fue nombrado Arzobispo de Colonia; la diócesis estaba completamente arruinada por las luchas políticas y religiosas, pero San Engelberto poseía cualidades humanas que lo hacían apto para la tarea que le esperaba: un juicio claro, un gran deseo de justicia, una voluntad fuerte y una presencia que imponía respeto.
El santo recibió generosamente a los frailes menores y dominicos a quienes alentó para que se estableciesen en sus dominios. Convocó varios sínodos en su diócesis para mantener la disciplina en el clero secular y regular.
El santo desempeñó con vigor y energía, y supo ganarse el respeto de todos; pero al mismo tiempo, la mano firme y justa con que gobernó, le creó muchos enemigos. Uno de ellos, fue su primo Federico de Isenberg, administrador de las religiosas de Essen, quien tramó una conspiración para asesinarlo debido a los reproches que San Engelberto le había dirigido a causa de sus abusos y malos manejos administrativos.
El 7 de noviembre de 1225, el santo partió de Soest a Schwelm con una escolta insuficiente, y Federico y otros nobles cayeron sobre él con cien soldados y lo asesinaron.