Exactivista de Femen pide perdón por sus ataques a la Iglesia y pide que Francia mantenga las tradiciones católicas

Marguerite Stern, exactivista de Femen ha escrito un artículo para Famille Chrétienne, en el que reflexiona sobre sus acciones pasadas contra la Iglesia católica y pide disculpas. La autora del bestseller «Transmania» ahora sostiene que mantener las tradiciones católicas es una forma de preservar la identidad de Francia. El obispo de Toulon le ha dado las gracias por sus palabras.

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(InfoCatólica) Marguerite Stern fue activista del movimiento Femen entre 2012 y 2015. Durante esos años participó en varias acciones contra la Iglesia Católica, incluidas manifestaciones a favor del matrimonio homosexual. En el artículo reflexiona sobre las motivaciones que la llevaron a realizar estas protestas. Según Stern, su rechazo a la religión y a los símbolos católicos se inscribía en una dinámica de autodestrucción y negación de sus propias raíces culturales.

Stern explica que, aunque no es creyente, ha llegado a apreciar la influencia cultural y social del catolicismo en Francia. Un punto de inflexión en su vida fue el incendio de la catedral de Notre Dame, que la llevó a un profundo momento de introspección sobre su relación con el patrimonio cultural católico. Confiesa que tras el incendio acudió a una iglesia a llorar, comprendiendo entonces que, en su juventud, al atacar a la Iglesia también dañaba una parte de sí misma y de la historia de su país.

Desde hace cinco años, Stern ha manifestado su oposición al transgenerismo, al que considera una amenaza para la civilización y para la identidad sexual. Según afirma, esta ideología promueve la destrucción de los cuerpos, la falta de respeto por las diferencias naturales entre hombres y mujeres, y una desvinculación de las bases culturales. En su artículo, describe al transgenerismo como un proyecto «transhumanista» que coloca al ser humano en el rol de creador, en detrimento de la humildad ante lo desconocido y lo trascendental.

Stern destaca también la importancia de los ritos católicos como elementos cohesionadores de la sociedad. En una reciente experiencia en una misa en honor a una amiga fallecida, se sintió parte de una gran civilización, valorando la belleza de la ceremonia y la espiritualidad del lugar. Este rito, explica, le permitió reflexionar sobre el sentido de pertenencia y la relevancia de preservar tradiciones que forman parte de la identidad de Francia.

A pesar de defender el derecho legal a la blasfemia, Stern cuestiona su moralidad y expresa que, si bien considera legítima la crítica a las instituciones religiosas, reconoce que el respeto hacia las creencias y tradiciones de otros es también fundamental. «Si bien la blasfemia es legal, no siempre es moral», reflexiona, lamentando haber contribuido en el pasado a una cultura de desprecio hacia los católicos. Stern concluye con una disculpa a la comunidad católica, a la que considera parte esencial del legado cultural francés.

Mons. Dominique Rey, obispo de Toulon, ha dado en X las gracias a Stern por sus declaraciones: