Jubileos en tiempos de Renacimiento y de “Reforma” (1450-1550)
Esta etapa coincide con el esplendor cultural e intelectual del Humanismo y del Renacimiento, al que la Iglesia se sumó sin especiales dificultades e incluso con entusiasmo.
Sin embargo, para la Iglesia la llegada del Renacimiento supondrá la definitiva irrupción de una reforma que rompe su maltrecha unidad, que ya había asistido en 1054 al Cisma de Oriente.
Estamos en los tiempos en los que se clausura el Concilio de Florencia (1439-1445), que había aprobado (sólo sobre el papel) la reconciliación entre católicos y Ortodoxos.
Tras la resolución del Cisma de Occidente, el conciliarismo había remitido y la Iglesia había sido firme y se había mantenido unida en los casos de las herejías de Wiclef y Hus.
Desde 1447 gobernaba la Iglesia el papa Martín V, papa humanista, pacificador y reformador.
En 1450 se respiraban así en la Iglesia aires de paz, mientras la necesaria reforma no llegaba.